Por: Mario Helfenstein.
Desde 1990 se ha consolidado una paradoja para la gestión pública de las Américas: Los gobiernos que llegan al poder promoviendo discursos críticos hacia el Estado enfrentan, al asumir la administración, la necesidad de construir y sostener redes colaborativas robustas para implementar políticas públicas efectivas. Estas narrativas antiestatales, ponen en duda la legitimidad y eficiencia de las instituciones, afectando directamente la confianza y la coordinación necesaria para alcanzar transformaciones complejas, especialmente en procesos de modernización y digitalización del sector público.
Este artículo desarrolla los principales puntos de análisis de esta problemática, deteniéndose en cómo las narrativas que deslegitiman al Estado impactan en la confianza, funcionalidad y sustentabilidad de las redes colaborativas, utilizando como eje la incorporación de la tecnología, la interoperabilidad de sistemas y la transformación digital de servicios públicos.
¿Qué son las redes colaborativas y qué requisitos tienen?
Los autores Afranoff (2003) y Koppenjan & Klijn (2015) conceptualizan a las redes colaborativas como estructuras formales e informales compuestas por representantes de agencias gubernamentales y no gubernamentales que cooperan de forma interdependiente. La interdependencia implica un intercambio de información, la formulación conjunta de políticas y la implementación coordinada de programas.
Para asegurar el funcionamiento de estas redes es necesario sostener altos niveles de confianza institucional y de capital social. La confianza institucional asegura que los actores involucrados respeten reglas comunes, compartan información clave y coordinen esfuerzos a mediano y largo plazo. El capital social, por otro lado, se traduce en vínculos de colaboración, pertenencia y compromiso entre actores que comparten metas estratégicas comunes, a pesar de que puedan tener intereses diversos.
La digitalización en la Modernización de la Gestión Pública.
Un espacio preferente para analizar la dinámicas de las redes colaborativas es la transformación digital del Estado. La incorporación de tecnologías, la digitalización de procesos, la interoperabilidad de sistemas y la oferta de servicios públicos digitales exigen una coordinación técnica compleja, inversiones de largo plazo y la cooperación entre múltiples niveles de gobierno (tanto a nivel nacional como provincial o municipal) y actores del sector privado.
Debido a esto, el liderazgo del Estado como actor coordinador es central. Sin embargo, cuando las narrativas políticas dominantes refuerzan percepciones negativas sobre la legitimidad o la eficacia de las instituciones públicas, se genera un entorno contradictorio: la modernización requiere más y mejor coordinación estatal, mientras que los discursos antiestatales debilitan la base de confianza sobre la cual esta coordinación se sostiene. Es decir, los discursos antiestatales quiebran la confianza que los ciudadanos tiene con el Estado, y una vez internalizado ese mensaje la reconstrucción de la confianza es un camino complejo y prolongado.
¿Cómo afectan estos mecanismos a la legitimidad del Estado?
A continuación señalaremos tres mecanismos clave a través de los cuales los discursos que deslegitiman al Estado afectan la funcionalidad de las redes colaborativas:
Erosión de la confianza horizontal
La coordinación entre organizaciones públicas de distintos niveles jurisdiccionales (nacional, provincial o municipal) se debilita cuando la desconfianza se instala como marco interpretativo. La falta de confianza limita el intercambio de información y la disposición a compartir responsabilidades, debilitando la eficacia de la coordinación mediada en sistemas horizontales.
Fragmentación de la coordinación vertical
Los procesos que requieren estructuras jerárquicas claras y liderazgo institucional fuerte, como los proyectos de modernización tecnológica, se ven afectados cuando la narrativa dominante cuestiona la legitimidad de los órganos coordinadores. La fragmentación vertical obstaculiza la articulación entre niveles de gobierno, generando superposiciones, retrasos y discontinuidades.
Instrumentalización política de los mecanismos de articulación
Cuando los mecanismos de coordinación son percibidos como herramientas de control político o extensión de un Estado “deslegitimado”, pierden eficacia. La desconfianza pública y burocrática se traduce en menor compromiso, menor intercambio de recursos y menor sostenibilidad de las iniciativas conjuntas.
¿Qué efectos tiene esto en la digitalización gubernamental?
En el ámbito de la digitalización estatal, estos mecanismos se materializan en problemas concretos que afectan la calidad y el impacto de las políticas públicas, por ejemplo:
.Proyectos de interoperabilidad discontinuos:
La falta de confianza y la fragmentación política provocan la cancelación o el abandono de proyectos tecnológicos antes de que alcancen una estabilidad.
.Inversiones fragmentadas:
Sin coordinación vertical y horizontal, las inversiones pierden coherencia y no logran integrarse en sistemas interoperables, generando duplicidades y costos innecesarios.
.Resistencias burocráticas:
La validación política de discursos antiestatales refuerza la resistencia interna de sectores burocráticos que encuentran justificación para obstaculizar reformas percibidas como amenazas o imposiciones.
Estos efectos liquidan dos factores fundamentales para el éxito de cualquier red colaborativa: el sentido de pertenencia y la sustentabilidad en el tiempo. Sin estos elementos, incluso los proyectos técnicamente viables fracasan en su implementación o pierden legitimidad ante la ciudadanía.
La paradoja de la modernización en contextos antiestatales.
La paradoja que subyace a esta problemática es clara: los gobiernos que llegan al poder con la promesa de “menos Estado” necesitan, para cumplir esa misma promesa de eficiencia y modernización, fortalecer las capacidades estatales de coordinación, regulación e inversión. Las narrativas antiestatales, aunque muchas veces nacen de demandas legítimas por mayor transparencia y eficiencia, pueden terminar socavando la capacidad operativa del Estado y obstaculizando el funcionamiento de las redes colaborativas. Reconocer esta tensión es clave para diseñar políticas de modernización más resilientes frente a la desconfianza institucional.
Aportes e implicancias para el diseño institucional.
Este análisis aporta evidencia de cómo los marcos discursivos impactan en las capacidades operativas del Estado. La calidad de la gobernanza colaborativa no depende únicamente de recursos financieros o capacidades técnicas, sino también de la legitimidad política que sostiene la acción coordinada.
En contextos de desconfianza institucional, se vuelve necesario diseñar redes colaborativas que:
.Refuercen la confianza entre actores estatales y no estatales.
.Generen mecanismos institucionales estables, capaces de resistir la discontinuidad política.
.Promuevan la transparencia y la rendición de cuentas, para legitimar la acción estatal y contrarrestar narrativas que deslegitiman indiscriminadamente.
En Conclusión.
La modernización del sector público requiere redes colaborativas robustas, sostenidas por confianza institucional, coordinación efectiva y legitimidad. Las narrativas antiestatales plantean un desafío estructural: erosionan los cimientos sobre los cuales se construye la cooperación interorganizacional.
Fortalecer la legitimidad del Estado no significa negar la necesidad de reformas, sino reconocer que para garantizar políticas públicas modernas y eficientes es indispensable mantener y proteger la base de confianza que hace posible la acción colectiva. El reto es equilibrar la crítica necesaria con la construcción de un marco institucional capaz de sostener innovaciones, inversiones y transformaciones de largo plazo.
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